6.12.09

Derechos digitales sí, "Gratis total" no

del Blog de David Hammerstein A los defensores de los derechos fundamentales en Internet nos acusan falsamente de querer el "gratis total" de la cultura (como Julio Llamazares hoy en El País) y de buscar la ruina de la cultura. Nada más lejos de la verdad. Solo pedimos que la defensa legítima de los derechos de autor en la época digital no vulneren las leyes normales de un Estado de Derecho. Exigimos que los derechos individuales se defiendan en las importantes redes sociales de comunicación e intercambio que hoy en día es Internet. Otra cosa por completo sería la defensa de una amplia apropiación organizada con una gran escala comercial que debe ser perseguida por la justicia. Lo que no queremos es aumentar la represión, el miedo y las medidas policiales extra-judiciales por la red. Queremos que los artistas y profesionales de la cultura tengan ingresos estables y que sufran menos explotación por parte de los intermediarios, las grandes discográficas, las grandes editoriales y otras organizaciones como la SGAE. Existen muchas formas de garantizar una recompensa económica justa para los autores mediante el fomento de una interacción más directa con los usuarios/público y con la reducción del papel de los intermediarios que realizan las grandes empresas y organizaciones que gestionan la propiedad intelectual. Algunas soluciones "no represivas" que se plantean en otros países son las distintas propuestas tarifas planas culturales, un impuesto de "un euro cultural" sobre el ADSL para ser repartido entre el contenido bajado unas webs P2P voluntarias para los creadores, el fomento de las cooperativas de artistas y consumidores de cultura, unos mayores incentivos fiscales para la inversión en la cultura, la instauración de cada vez más premios a la innovación cultural y una multitud de iniciativas más. En lugar de poner limitaciones y persecuciones tan desproporcionadas como ineficaces, consideramos que para sobrevivir las industrias culturales necesitan considerar posibles alternativas modernas, eficaces, creíbles, asequibles y adaptadas a las necesidades de pluralidad y libre circulación que demandan los nuevos usos sociales y digitales. Cada vez más cineastas, músicos, intérpretes, cantantes y escritores rechazan la vía autoritaria y están avanzando por nuevos caminos que combinan unas retribuciones económicas dignas con la defensa de los derechos digitales. Sigamos por este camino sensato y dejemos el fácil populismo maniquea.

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