18.9.10

Una Huelga necesaria

No está el ambiente como para que la Huelga General del 29 de septiembre vaya a tener un seguimiento masivo. Más bien predomina la resignación, la idea de que la Reforma Laboral, las bajada de sueldos y pensiones, la pérdida de derechos, son algo inevitable y que nada se puede hacer. Peor aún hay quienes piensan que oponerse a estos ataques brutales a los sectores más vulnerables de la población sólo nos traerá una desgracia aún mayor con el cambio de inquilino en La Moncloa. Nunca ningún derecho fue graciosamente concedido por el poder. Parece que hubiéramos olvidado las luchas que condujeron al llamado estado del bienestar ahora en peligro, o al sufragio de las mujeres. La actual crisis económica -que primero fue financiera- es inseparable de la crisis ecológica. Es la forma de producir, consumir, desplazarse... sin respetar los límites físicos del planeta lo que pone en peligro la estabilidad de los mercados y la salud presente y futura de las personas y sus derechos. Están en juego derechos sociales y laborales, pero hay algo aún más grave: está en juego la misma naturaleza de la Democracia Representativa. Tras la debacle financiera, se habló de una reforma del capitalismo que nunca llegó. Ingentes cantidades de dinero público fueron a salvar a los bancos que habían creado la crisis con su fraudulenta ingeniería financiera. Ahora los mercados ponen contra las cuerdas a los estados -cada día menos soberanos- imponiendo draconianas medidas de ajuste. Los gobernantes vienen a decir que no les gusta tener que atacar nuestros derechos, pero que no les queda más remedio que hacerlo para poder salir de la crisis. Es la gran mentira del mercado: "la mano invisible del mercado hará que persiguiendo cada uno su propio interés se alcance el interés común". El papel de la política ha quedado relegado a seguir las indicaciones de organismos sin legitimidad democrática como el Banco Mundial o el Fondo Monetario Internacional o, peor aún, de oscuros poderes en la sombra. Por eso, ante la debilidad de los gobiernos o su complicidad con los poderosos, la ciudadanía debe tomar la voz y la palabra. La huelga por sí misma no hará que cambie la política del gobierno. Cinco huelgas generales llevan los griegos y persiste el brutal ajuste social, en lugar de reducir el disparatadamente alto gasto militar y los compromisos griegos de comprar a Francia y Alemania tanques y aviones. En estos días se celebrará la Cumbre de Naciones Unidas sobre los Objetivos de Desarrollo del Milenio. Una ocasión para empezar a reformar este capitalismo salvaje y depredador que va de crisis en crisis, implantando una tasa mundial sobra las transacciones financieras como está pidiendo el Foro Ubuntu. No podemos ni debemos resignarnos y renunciar a la esencia misma de la política y de la democracia representativa. Los mercados no son ese totem sagrado que impone su ley sin alternativa posible. Es falso, son una construcción humana, basada en la codicia sin límites. La política -la ciudadanía decidiendo sobre los asuntos públicos- debe poner límites al mercado. Límites para frenar el Cambio Climático y la pérdida de Biodiversidad. Límites para acabar con los paraísos fiscales y la especulación financiera. Si renunciamos a la soberanía de la ciudadanía y a la autonomía de sus legítimos representantes frente a la mano negra del mercado, caminaremos hacia el abismo, la pérdida de derechos, los desastres ecológicos y la crissi de la Democracia. Una Democracia Representativa sin duda limitada e imperfecta, pero que es la única que tenemos.

1 comentario:

administrador dijo...

Ramón, he publicado tu reflexión el la empresa donde trabajo, en la web de comisiones obreras

saludos amigo

http://megafonocomisiones.blogspot.com/